jueves, 26 de julio de 2012

La esclavitud del siglo XVIII como sistema


La esclavitud del siglo XVIII como sistema

El fragmento que sigue fue extractado del diario del príncipe Zamba, del Congo. Zamba era hijo de un rey de una comunidad del Congo, llamado Zambola que había adquirido una gran riqueza gracias a sus actividades como traficante de personas, las cuales vendía a un capitán americano de nombre Winton. En 1800 Zamba llega al trono con veinte años. Deseoso de expandir sus horizontes decide viajar a América con Winton. El Capitán acepta rápidamente la petición y lo lleva como pasajero, con toda la cortesía y elegancia que le era posible en su navío esclavista. Pero una vez que el barco se acerca a Charleston, en lo que es hoy Estados Unidos, lo apresa y lo vende. Más tarde escribió un relato sobre su vida, pero como a los esclavizados no les estaba permitido leer o escribir, tuvo que publicarlo a escondidas con la ayuda de un amigo blanco. El libro fue publicado en Inglaterra, en 1847, como un alegato contra la esclavitud
  • ¿Como llega Zamba a ser esclavo? ¿Qué distintas personas forman parte de la historia que termina convirtiéndolo en esclavo?
  • ¿En qué condiciones transcurría la vida los hombres y mujeres africanos una vez que eran esclavizados? ¿Para qué trabajos eran asignadas las personas en situación de esclavitud?
  • ¿Por qué puede afirmarse que el proceso de esclavización deshumanizaba a los esclavos? ¿Qué pasajes del relato y la biografía de Zamba marcan esa condición?
"...Al día siguiente hacía frío todavía, pero los esclavos fueron llevados a la costa y obligados a tomar un baño. Les entregaron ropa relativamente buena, hecha de lana cruda, blanca y azul, una tela llamada "común" en la textilería inglesa. Los dueños del barco se las dieron, pero si hubiera hecho calor, los pobres esclavos habrían sido puestos a la venta con la escasa ropa que traían…En el día señalado, el subastador, un tal Señor Naylor, vino acompañado de dos empleados jóvenes y después de una cuidadosa inspección, separó la carga, algunos en forma individual, otros en grupos de quince o veinte personas. Los individuos escogidos por su juventud e inteligencia serían destinados para el trabajo doméstico urbano, mientras que los grupos más grandes, para el trabajo en el campo. Al rato llegaron un gran número de señores y algunas damas blancas, o al menos mujeres blancas, porque su conducta no calificaba para ser llamadas damas en Europa. Como expertos negociantes, de manera calmada y fría, se pasearon entre los grupos de negros, examinando sus miembros, tal como más tarde vi hacer a los carniceros cuando examinaban las reses.
La venta pronto comenzó y tomó mucho tiempo. Los precios oscilaban entre 250 y 450 dólares por cabeza. Por los 32 negros que yo había llevado a bordo obtuvieron cerca de 10,000 dólares. Es claro que para los dueños del barco ellos habían hecho un excelente negocio en este viaje. Según me dijo el capitán, habían ganado entre 90,000 y 100,000 dólares y debemos admitir que mucho tuvo que ver el trato humano y prudente dado a la carga viva. No me cabe duda de que el motivo principal era la avaricia y, en este caso, se demostró que, aún a partir de motivos siniestros, la Providencia puede al menos ocasionar algún bien. En el curso de mis posteriores experiencias supe de barcos, de igual tonelaje, como el Tritón, que han salido de áfrica con una carga de 750 esclavos, pero debido a la crueldad, a la escasez de provisiones, al aire impuro y la suciedad a bordo, no más de 400 lograron llegar a Charleston; y de ésos, la mitad sufrían debilidad y miseria; el resto estaba muy lejos de poder considerarse en buenas condiciones de salud… Con frecuencia escuché, de buena fuente, que a bordo de tales barcos hacinados no era extraño que el capitán ordenara que se lanzaran al mar, durante la noche, a los esclavos moribundos con el pulso aún latiéndoles"
Suzanne Everett, History of Slavery. John Mann.1997.
1.2. Mary Prince, una esclava que nació en las Bermudas en 1788 y luego es llevada con sus amos a Londres publica en 1831 sus memorias, siendo la primer mujer esclava en hacerlos. Los que siguen son algunos fragmentos de su relato.
"Una de las vacas logró zafar la cuerda de la estaca a la que Hetty la había atado y desapareció. Mi amo fue presa de una terrible ira y ordenó que a la pobre criatura la desvistieran hasta quedar casi desnuda, a pesar de su embarazo, y la ataran a un árbol del jardín. Luego la azotó tan fuertemente como pudo, con el látigo y el cuero, hasta verla sangrar. Después de descansar un poco, volvió a azotarla una y otra vez. Sus gritos eran terribles. Como consecuencia del castigo, Hetty entró en parto antes de tiempo y, después de mucho esfuerzo, parió un niño muerto. Aparentemente, logró recuperarse después de su confinamiento, tan solo para ser repetidamente azotada por sus amos. Nunca más recobró sus fuerzas. Con el tiempo, el cuerpo y los miembros se le hincharon y permaneció recostada en un colchón de la cocina hasta que murió…
Cuando mis dueños salían de casa, como a menudo lo hacían, me la dejaban a cargo. Tenía entonces mucho tiempo a mi disposición y lo aprovechaba. Me dedicaba a lavar, vender café, ñames y otras provisiones a los capitanes de los barcos. No me sentaba ociosa en ausencia de mis amos porque, por todos los medios honestos, deseaba ganar dinero para comprar mi libertad…Después de esto, volví a enfermarme de reumatismo y estuve enferma por mucho tiempo, pero enferma o sana, siempre trabajaba. En ese momento les pedí a mi amo y ama que me permitieran comprar mi libertad… La señora Wood estaba muy enojada, se puso furiosa, me llamó diabla negra y me preguntó quién me había metido en la cabeza la idea de libertad. "Ser libre es algo muy dulce", le dije, pero ella tuvo a bien mantenerme esclava."
Mary Prince, The History of Mary Prince: A West Indian Slave: Related by herself. Moira Ferguson. 1831. Primera Edición.

El trabajo forzado hoy


El trabajo forzado hoy

 El trabajo forzado constituye una realidad en el mundo actual, y toma formas específicas, que hay sido definidas por la Organización Internacional del Trabajo y otros organismos que se ocupan del tema.
Trabajo Forzado: es todo trabajo o servicio que una persona está obligada a hacer en contra de su voluntad, sin que le paguen, o bajo amenazas.
Trabajo Servil: trabajo forzado basado en el desconocimiento de la legalidad ya que se sostiene en la "costumbre" de entregar el trabajo a determinado patrón a cambio del uso de la tierra o de una vivienda. También puede darse bajo la forma de la "servidumbre por deudas" que mantiene al trabajador atado al trabajo con el argumento de falsas deudas creadas por el propio empleador.
Explotación Sexual: es todo trabajo o servicio sexual al que esta obligado una persona en contra de su voluntad. Puede incluir el rapto y/o la amenaza de violencia sobre sí u otros familiares y/o la ilegalización documentaria.
Trabajo Ilegal: trabajadores ingresados en forma ilegal en un territorio que a causa de esa ilegalidad se ven obligados a condiciones extremas de trabajo que restringen su capacidad de movilidad y organización en defensa de sus derechos.

Actualizado... Mas de un par de historias


Actualizo... con dos historias muy locales de la ciudad de Cba.
http://www.lavoz.com.ar/ciudadanos/explotacion-sexual-primera-persona

Los que siguen son fragmentos en los que distintas personas refieren sus condiciones de vida y de trabajo. ¿Cuáles son los derechos que están vulnerados para estas personas? Considerando las definiciones de la OIT, ¿bajo qué tipo de condiciones de trabajo forzado se encuentran? ¿Resulta fácil separar los distintos trabajos forzados?

"En algún lugar la bajaron de un bus y tuvo que caminar horas y horas por montañas con otras seis chicas. Una trató de escaparse y la mataron de dos o tres balazos… Terminó en una casa de un pueblo donde un señor le dijo que la había comprado y que tendría que trabajar duro para él. Como bienvenida, dos matones la ataron, la violaron. " - Durante el día estaba encerrada en mi cuarto. A la noche me sacaban, me daban alcohol y me obligaban a satisfacer cada deseo de los clientes"-"
Testimonio de Natalia, de Moldavia en Una Luna, de Martín Caparrós, Anagrama. 2009.

Este otro fragmento es un poco mas largo... pero muestra aveces como también esta involucrada la violencia.


Crónica y fotos de la esclavitud en la tierra de nadie



“Nos fuímos de capital, porque había demasiados controles” fue lo que dijo ante las cámaras de canal América Joaquin Ticlla , el dueño del taller esclavo ubicado en la Avenida San Martín 938, en el partido del mismo nombre y a pocas cuadras de Nobleza Piccardo y Carrefour. En ese taller, hasta ayer, diez costureros eran sometidos a trabajo esclavo, en agotadoras jornadas de 6 a 22 horas. La mayoría de los costureros había sido traído directamente de Bolivia con promesas engañosas, la minoría había sido reclutada en la esquina de Cobo y Curapaligue. Todos estaban indocumentados.

Al mediodía del martes 13, Alfredo Mamani, un costurero de 23 años, llegó a la Alameda con su esposa y su beba de dos meses. Su cara estaba desfigurada: un ojo destrozado, el labio inferior hinchado, el cuello rasguñado, su remera desgarrada y con manchas de sangre y su tabique fracturado (ver foto). Su sangre también había quedado en el taller textil de San Martín, donde trabajaba de sol a sol junto a sus compañeros por una paga miserable que ni siquiera se efectivizaba. El costurero fue reprendido por el encargado, un tal Marcelo, por no hacer la tarea que se le había encomendado minutos antes y lo agredió con el rodillo de la over en el rostro y luego lo golpeó sin miramientos. La insólita agresión era claramente una excusa para agredir y echar al costurero sin pagarle las deudas salariales que venía reclamando desde hace semanas.A fines de diciembre y principios de enero, las expulsiones violentas de los costureros son un clásico en la industria textil clandestina: termina la temporada y fabricantes y talleristas se desembarazan de sus esclavos con cualquier excusa, lanzándolos a la calle.

Al poco tiempo llegó la policia llamada por la esposa del costurero que ,por supuesto, nada hizo. Tan sólo llamar a la ambulancia para dejar a Alfredo y su familia en la guardia del Hospital Thompson, donde lo hicieron esperar más de dos horas sin atenderlo.

Harto del manoseo, Alfredo fue a la Alameda y allí denunció todo lo que estaba ocurriendo en ese taller ubicado en esa tierra de nadie que es el Partido de General San Martin, donde la policía coimea, los hospitales no atienden y los esclavistas se hacen la américa.

Más de una hora llamamos al Ministerio Público Fiscal de San Martín que nos dejó esperando eternamente a la “operadora” que nunca atendió.

Alfredo y su esposa querían recuperar desesperadamente sus pertenencias que estaban en el taller y también a su sobrina, H. Q , una adolescente de 17 años que también era sometida a la servidumbre y que había sido directamente traída de Bolivia al taller.

Se convocó al primer canal que se hizo eco de la denuncia para invitarlos a ir al taller urgentemente a rescatar a la menor y a las pertenencias de los costureros.

A las cuatro y media de la tarde llegaron una docena de costureros de la Alameda y los periodistas de América. El tallerista, Joaquin Ticlla, con mujer y tres hijos, nacido en Oruro y ex policia en su tierra no opuso resistencia al requerimiento de pasar al taller a retirar las pertenencias de Alfredo y a su sobrina H Q. Asi fue que los miembros de la Alameda y del canal América ingresaron al taller. Mientras se recogían las pertenencias, las costureras de la Alameda dialogaban con las otras costureras aterrorizadas que aprovecharon la oportunidad para irse del taller junto con Alfredo, hartas del encierro y la explotación.

El taller es una casona derruida, con habitaciones en la entrada tras una persiana azul, con un patio interno y en el fondo el taller. Solamente había dos baños y una habitación precaria en la terraza. Allí trabajan diez costureros para las marcas Ramirson (camperas) y Lidas jean. A los costureros les pagan $ 1,50 por la confección de cada jeans. Pero este miserable precio es virtual, porque todos tienen deudas salariales y apenas recibían migajas de adelanto para subsistir. El taller existe en San Martín hace dos años y es uno de los típicos talleres que se escapó de la Capital ante las denuncias de la Alameda y la oleada de inspecciones. Como ya denunciamos en otras oportunidades, San Martín parece ser una de las zonas liberadas predilectas de los esclavistas.

Ante las preguntas del periodista, el tallerista no quizo revelar quienes eran los fabricantes, es decir, los máximos responsables de ese taller esclavo. No podía decirlo porque, según el tallerista, los fabricantes “son mis benefactores. Ellos me ayudan , me dan máquinas. No puedo ir contra quienes me dan de comer” (sic)

En este momento, seis de los diez costureros, incluída la menor, están alojados en la Alameda. Alfredo está siendo atendido en un hospital con diagnóstico de triple fractura del tabique nasal y otras contusiones. Mañana por la mañana, la Organización Internacional para las Migraciones los espera temprano en su sede para darles contención, orientación y alojamiento.



la historia real de Atooma, que nació en Sudán en 1956

Esclavitud de ayer, esclavos de hoy

"Nací siendo esclava. Mi madre y mi padre eran esclavos de una familia y sus padres fueron también esclavos de la misma familia. Desde que fui lo suficientemente mayor como para poder andar, he estado forzada a trabajar todo el día para ellos. Nunca teníamos días libres. Trabajábamos incluso aunque estuviéramos enfermos". Este relato parece sacado de una crónica de la esclavitud norteamericana del siglo XVIII. Sin embargo, es la historia real de Atooma, que nació en Sudán en 1956, y narra sus recuerdos en Jartum, la capital del país.


Cuando no era más que una niña, empezó a ocuparse del trabajo de su madre, cuidando de la primera esposa del cabeza de familia y de sus quince hijos. "Cada día, a las cinco de la mañana, tenía que prepararles el desayuno. Primero iba al mercado para hacer la compra. Incluso antes, buscaba agua y leña para hacer el fuego, porque por entonces no existían las comodidades que hay hoy en día", recuerda con pesar.


"Tenía que cocinar todas las comidas, lavar su ropa y cuidar de los niños. Incluso si uno de mis propios hijos estaba herido o en peligro, no podía atreverme a ayudarle porque tenía que vigilar en primer lugar a los hijos de la esposa de mi amo. Si no lo hacía así, me pegaban. Me pegaban muy a menudo, con un palo de madera o un cinturón de piel". Atooma consiguió escapar de la propiedad donde había transcurrido toda su vida y llegar, después de muchas vicisitudes, a la capital. Ella, como muchos otros, esperaba poder mejorar sus condiciones de vida y conseguir un empleo que le permitiera mantenerse dignamente. La realidad fue muy diferente a como ella la imaginaba en los escasos momentos en los que podía dedicarse a pensar en sí misma.


En algunos medios se señala que el principal objetivo de las incursiones de las tribus árabes de Darfur y Kordofan, -los baggara-, en las tierras habitadas por los denka del norte de Bahr el-Ghazal y Abyel es el robo de ganado. Si bien los baggara se apoderan de los animales que se encuentran a su paso, su principal objetivo es la captura de quienes los custodian y que constituyen la principal fuente de riqueza. Todo ello aderezado con un componente ideológico: el gobierno les apoya y les proporciona armas porque los denka, supuestamente, apoyan al Ejército Popular de Liberación de Sudán (SPLA, en sus siglas en ingles). Las razzias, principalmente de mujeres y niños, no han dejado de producirse desde entonces y se cuentan por miles los habitantes de esas zonas desplazados hacia el norte para servir a sus habitantes. Diez años después del comienzo de la segunda guerra civil sudanesa, se estimaban en unos 14.000 el número de hombres, mujeres y niños denka capturados.


Gracias a Atooma se sabe que hay esclavos que logran escapar de sus amos y llegar hasta la capital, donde piensan que no existe la esclavitud y podrán ganarse la vida con un trabajo libre y remunerado. Nada más lejos de la realidad. En la capital, si son hombres, los esclavos trabajan en los negocios de sus amos. Si son mujeres, en el interior de sus casas, y lo único que reciben a cambio es un rincón donde dormir. A veces hasta un jergón, un plato de comida y algo con que cubrir sus cuerpos. En muy raras ocasiones, unas pocas monedas.


La situación de las mujeres esclavas es aún más extrema que la de los hombres. La mayoría, en cuanto alcanzan la pubertad, pasan a ser concubinas de su amo. Al alcanzar la mayoría de edad se acogen a las leyes abolicionistas que les permiten obtener la manumisión, pero deberán dejar el hogar de sus amos abandonando a sus hijos. éstos, además de ser de su propiedad, son hijos naturales suyos y el amo siempre puede hacer valer este derecho que prima sobre cualquier otro.


En el caso de que no hayan pasado a ser esclavas sexuales de ningún miembro de la familia, ni tengan hijos, tendrán más fácil el camino hacia la libertad. Una vez en la calle, el trabajo que ellas saben realizar ya está cubierto por las esclavas domésticas. Nadie les va a pagar por lo que otras hacen gratis. La única salida que les queda es ejercer la prostitución. Esta fue la única posibilidad de sobrevivir que encontró Atooma nada más llegar a Jartum. Sin embargo, tuvo suerte y conoció a alguien que la puso bajo la protección de una ONG. Actualmente, vive en un campo de refugiados a las afueras de la capital, ha aprendido a leer y a escribir y hace trabajos de artesanía que comercializa a través de la propia organización que la acoge.


Paseando por las calles de Jartum se puede distinguir perfectamente a aquellas personas que están sometidas a la esclavitud, sus ropas son andrajosas y muy raramente llevan algún tipo de calzado. Siempre están atareadas y no se paran a charlar animadamente en cualquier esquina, saben que tienen poco tiempo para llevar a cabo las tareas que les han encomendado y que un retraso puede suponer un castigo.


Verdaderamente conmovedor...
Saludos Profe Dany




Ejemplo del trabajo forzado en Argentina


 El trabajo forzado también es una triste realidad en Argentina y en otros países latinoamericanos. El testimonio de Pedro y Basilia da cuenta de una de las tantas historias de personas que aceptan venir a la Argentina a trabajar en un taller textil en búsqueda de mejores oportunidades. Pongan en común historias semejantes que conozcan a través de los medios, o de familiares, vecinos o amigos. Indaguen sobre organismos del Estado, legislación y ONGs que se ocupan de prevenir y cambiar estas situaciones.

El caso de Pedro y Basilia
Basilia y su esposo Pedro tenían un pequeño comercio en Bolivia, cerca de Tarija, que estaba rindiendo poco dinero. Por eso, cuando a través de una amistad les llegó un ofrecimiento para trasladarse a Buenos Aires y trabajar en un taller textil, aceptaron la oferta y se prepararon para emprender el viaje con su pequeña hija de 18 meses. Les pagarían por prenda y les brindarían casa y comida. El señor que los contrataba les adelantó dinero para que fueran hasta Yacuiba, donde deberían contactarse con un taxista. El taxista los llevó hasta cerca de un monte, donde los estaba esperando un guía que los llevó a través del monte hasta que llegaron a un pueblo cuyo nombre no recuerda pero que le dijeron que ya era Argentina. Al día siguiente, el guía los trasladó hasta Salta y les sacó los pasajes hasta Buenos Aires. Cuando llegaron a la terminal de ómnibus de la Capital, los esperaba la hermana de quien los había contratado. Ella los llevó directamente al taller donde trabajarían. Les dieron una cena frugal y les indicaron que comenzaran a trabajar hasta la una de la madrugada.

En el taller, que era un gran galpón, había dieciocho trabajadores adultos y trece niños. En una de las esquinas y, apenas protegido por una mampara, les colocaron un catre para ellos y su hija. Luego supo que algunos de los niños en edad escolar no asistían a la escuela ya que el patrón se oponía. La jornada laboral comenzaba a las 8 de la mañana y se extendía hasta la 1 de la madrugada siguiente. En general salían poco del taller, ya que si bien la puerta no siempre estaba cerrada con llave (y siempre debían avisar que iban a salir), el patrón no cesaba de recordarles su estado de inmigrantes irregulares y el seguro destino de cárcel o deportación que les esperaría si la policía los encontraba. Esto era corroborado por las dos veces que la policía, cuya seccional estaba en la misma cuadra, entró al taller a solicitar los documentos a los trabajadores. En ambas oportunidades, el patrón los hizo esconderse en un sector donde se arrumbaban máquinas en desuso.

Habían convenido que les pagaría $ 1,50 por prenda. El primer mes Basilia cobró doscientos cincuenta pesos y su esposo otro tanto. El segundo mes, el patrón comenzó a no pagarles: les daba sólo veinticinco pesos a cada uno por semana, a cuenta, y diciéndoles que retenía el dinero por el precio del pasaje y del alojamiento. Además del trabajo de costura, debían realizar la limpieza de todo el local los fines de semana con los elementos de limpieza que adquirían con el dinero a cuenta. Cuando Pedro reclamó el pago del dinero que les adeudaba, el patrón y su esposa lo golpearon y azuzaron al perro para que lo atacara. Allí fue cuando decidieron fugarse y buscar ayuda en la asamblea barrial para contactar el programa de asistencia a la víctima de la OIM.

Espero que ni uno de los alumnos del paravachasca termine asi...
saludos Profe Dany

¿Por qué el Blackberry se llama así?


 En Internet circula un mail con el texto que sigue. ¿Qué nueva forma de esclavitud contemporánea denuncia el autor del mail?

Asunto: ¿Por qué el Blackberry se llama así?

Lo mandó un gerente...

Le pusieron así porque cuando había esclavitud en los Estados Unidos, a los esclavos nuevos se les ataba una bola negra de hierro muy irregular, o sea, no era una bola perfecta. Tenían una cadena y un grillete al pie, para que no escaparan corriendo de los campos de algodón. Los Amos, para usar un eufemismo (palabra políticamente más correcta, que suena más bonito), le llamaban "BlackBerry" (cereza negra) porque se asemejaba a dicha fruta. Ese era el símbolo antiguo de esclavitud que decía que estaría forzado a dejar su vida hasta perecer sin poder escapar en esos campos de siembra.

En los tiempos modernos, a los nuevos empleados no se les puede amarrar una bola de hierro para que no escapen, en cambio, se les da un "BlackBerry" y quedan inalámbricamente atados con ese grillete, que al igual que los esclavos, no pueden dejar de lado y que los tiene atados al trabajo todo el tiempo. Es el símbolo moderno de la esclavitud.

Yo tengo uno, al igual que todos los demás gerentes y directores y basta ver como están pegados a la dichosa maquinita todo el tiempo, como adicción; en el baño, en el auto, en el cine, en la cena, al dormirse y no hay forma de escapar cuando llama el jefe o cuando te mandan correos. No hay manera de decir que no te llegó o que no escuchaste porque este teléfono chismoso te avisa si llamaron y no contestaste, si tenés mensajes por leer, si los leíste y si los demás abrieron tus correos, te marca citas, horarios, te despierta, se apaga solo, se prende solo, y te permite estar idiotizado horas en la internet, mientras tu esposa, esposo, novia o novio y tus hijos y familia te reclaman porque no les ponés atención. Y ahí los ves, modernos ejecutivos que se sienten muy importantes porque "el jefe" les dio su "BlackBerry" para que no escapen de los campos de trabajo.

No habrían podido pensar un nombre mejor, ¿no es cierto?


y... estas atado a un tipo de esclavitud actual??? piensalo.
Saludos Profe Dany